Cada detalle del funeral de Estado del expresidente Arnulfo Arias Madrid fue cuidadosamente vigilado por Mireya Moscoso, quien fue su esposa, su amiga y su compañera hasta el momento de su muerte. Este sábado, 23 años después, Moscoso volvió a despedir a Arnulfo, pero esta vez con todos los honores de quien llegó a ser tres veces presidente de Panamá.
Afligida se mostró Doña Mireya cuando exhumaron los restos de Arias Madrid en el Jardín de Paz, en las primeras horas del viernes, es más durante su discurso en el mausoleo que albergaría el féretro, la también expresidente confesó que no fue fácil verlo salir de la tierra y por eso le pidió fuerzas para hablar frente a los cientos de invitados y simpatizantes sin llorar. Y Arnulfo lo lograste. Tengo toda la fuerza para hablar en este momento, dijo Moscoso.
Manifestó que no iba a hablar del político, sino del hombre que durante 25 años tuve el placer y mi corazón de pertenecerle. Contó cómo lo conoció, como se le declaró, además de varias de las experiencias que vivió durante los años de exilio.
El discurso estuvo cargado de recuerdos, pero también de los relatos del propio Arnulfo Arias, ya que Moscoso confesó que tomó algunos extractos de los diarios personales de quien fue su esposo y que contienen sus vivencias desde 1930 hasta 1988, los cuales había conservado en secreto hasta ahora.
Afligida se mostró Doña Mireya cuando exhumaron los restos de Arias Madrid en el Jardín de Paz, en las primeras horas del viernes, es más durante su discurso en el mausoleo que albergaría el féretro, la también expresidente confesó que no fue fácil verlo salir de la tierra y por eso le pidió fuerzas para hablar frente a los cientos de invitados y simpatizantes sin llorar. Y Arnulfo lo lograste. Tengo toda la fuerza para hablar en este momento, dijo Moscoso.
Manifestó que no iba a hablar del político, sino del hombre que durante 25 años tuve el placer y mi corazón de pertenecerle. Contó cómo lo conoció, como se le declaró, además de varias de las experiencias que vivió durante los años de exilio.
El discurso estuvo cargado de recuerdos, pero también de los relatos del propio Arnulfo Arias, ya que Moscoso confesó que tomó algunos extractos de los diarios personales de quien fue su esposo y que contienen sus vivencias desde 1930 hasta 1988, los cuales había conservado en secreto hasta ahora.